Segundo mes en que participo en el reto de Literautas.
Para esta ocasión, tienen que estar presentes tres palabras con la letra M (de marzo) y las aleatorias ganadoras son: Manos, Masa y Mujeres. Es válido también escribir aquellas que aplica tanto en singular como en plural.
El reto opcional, que como bien indica su nombre, se puede aceptar o no, sin que esto afecte la participación del reto de escritura creativa: Pedimos que el texto este orientado en UNO de estos dos géneros: Misterio o Melodrama.
Aquí te indicamos brevemente en qué se basa dichos géneros: Si deseas ampliar tu conocimiento dale clic a la palabra subrayada para ir al enlace.
- El melodrama es aquella en la que los aspectos sentimentales, patéticos o lacrimógenos de la obra se exageran con la intención de provocar emociones en el público. (La dama de las camelías, Romeo y Julieta)
- El misterio es un género de literatura típicamente enfocado en la investigación de un crimen. (Libros como los de Agatha Christie o Sir Conan Arthur Doyle).
Mi relato se titula MAMÁ y he escogido el género d emelodrama.
—La que admita, hija.
Nunca
entendí esas recetas de mamá “todo a ojo”. Aceite: un vaso. Pero un vaso:¿Cómo?, ¿Grande?
¿Pequeño? Entonces, ella abría el aparador de la cocina, cogía uno al azar y tras
llenarlo lo vertía en el bol. Después volvía al bote de harina e iba añadiendo poquito
a poquito hasta que notaba la consistencia adecuada de la masa. Lo mismo con el
azúcar, el anís, la ralladura de limón…
“Mamá es
increíble”, pensaba mientras conducía por la carretera al lado del mar. Recordaba
que cuando era niña al entrar ella en la cocina todo se transformaba, la
casa se llenaba de olores a comida. Cada época del año tenía el suyo, la
Navidad era de canela, la primavera de arroz, el verano de gazpacho y el otoño
de gachas, castañas y boniatos asados. Nos arremolinábamos a su alrededor
intentando adivinar su toque mágico. Podría ser el calor de sus manos
regordetas, las mismas que curaban la fiebre sólo poniéndolas en la frente o su
pequeña nariz que era capaz de detectar en el mercado si un pescado o una carne
eran frescos. Quizás sus ojos, que nunca
descansaban y se multiplicaban para cuidar de sus hijos, para coser, lavar…
Fuese como fuese, mamá, tenía un sexto y hasta un séptimo sentido y lo sabía todo.
La
recordaba a cada instante cuando paseaba por la ciudad y de repente me invadía
ese aroma de canela, de ajo, de verdura fresca y castañas asadas que provenía ves
a saber de dónde. Y me volvía hacia
todos lados buscando encontrarla, con su mandil a cuadros, su pelo negro tan
rizado, las zapatillas desgastadas, esperando en la puerta de casa a que papá
viniera del trabajo con su bicicleta. A esa hora en que todos volvíamos a donde
sabíamos que había llenado cada hueco de un olor inolvidable.
Atrapada
en mis pensamientos, dejé el coche en la puerta de la residencia y la encontré
en la terraza de cara al mar, sentada en su silla de ruedas. Tenía las manos
arrugadas, pero su piel seguía siendo tersa y sus ojos, más pequeños que antes,
se quedaban quietos mirando el infinito.
—Mamá,
¿cómo te encuentras hoy?
—Como
siempre, hija. Ya no sirvo para nada en este mundo y estoy esperando que dios
me lleve con él—dijo sin mirarme.
“No
digas eso, mamá”, pensé guardándome las lágrimas.
Mamá,
no sabes cuánto te necesito, no sabes hasta qué punto y cómo toda la vida he
deseado tus besos y abrazos. A ti nunca te gustó mostrarte débil y nos
protegías evitando caricias pero, solo con entrelazar los dedos y decirme un
“Te quiero” todas mis penas de niña se hubiesen curado al instante.
A mí me
haces falta. ¿quién si no tú va a rezar cada noche pensando que no la escuchaba para
que no me pase nada malo? ¿En quién me voy a refugiar aquellos días de tormenta
cuando tengo tanto miedo de los truenos y relámpagos? ¿De dónde voy a sacar las
fuerzas para que mis manos, como las tuyas, curen la fiebre a mis hijos?
No soy
una roca, como las demás mujeres, no soy fuerte ni puedo con todo. Y me
derrumbo en muchas ocasiones intentando que nadie lo vea. Mamá, me enseñaste a
no pedir ayuda, a crecer y hacerme adulta y a adivinar por mí misma cuánta
harina había que poner a ojo y cuantos palmos medía una cama y que para hacer
unas cortinas necesitábamos el doble de tela. Sin embargo, mamá, espero ese
beso y ese abrazo tuyo. No sé cómo puedo echar tanto de menos un amor que nunca
he tenido.
—¿Quién
eres? — dijo de repente mientras sus ojillos se clavaban en los míos. Ya no me
conocía.
Y sólo
se me ocurrió sacar del bolso esa libreta vieja de recetas de la abuela y leer
lo que ella escribía a lápiz.
—Roscos
de Anís: Un vaso de aceite, un vaso de anís, un poquito de azúcar, la ralladura
de un limón y harina la que admita…
Es así,
mamá, cómo veo que tus ojos se llenan de luz buscando algo a la que agarrarte, paseando
por el cielo azul del patio de la residencia y de repente te despiertas de un
ensueño. Te llenas de la brisa que se arremolina a nuestro alrededor y muy
flojito se te escapan esas palabras que son la única manera de mostrar tu amor.
—Huele a
canela.
Ai qué bonitos recuerdos con esas recetas de todo a ojo. Me han hecho sonreir con ternura.
ResponderEliminarBuen reto y buenas propuestas de Literauta.
Abrazos
Gracies, Conxita. La verdad es que las tres palabras que propusieron y el tema opcional me fue divino por qué enseguida me salió el relato. El olor a canela siempre me devuelve a la infancia.
EliminarUn abrazo
Muchas gracias por pasarte por aquí. La verdad es que cuando las cosas salen del corazón todo es más fácil.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por pasarte por aquí. La verdad es que cuando las cosas salen del corazón todo es más fácil.
ResponderEliminarUn abrazo
Entrañables recuerdos que laten a lo largo de tu impactante relato.
ResponderEliminarCoincido en la apreciación de considerar a nuestras madres como auténticas heroínas de lo imposible. Tenían recursos para todo y cocinaban platos exquisitos.
El tema del Alzhéimer que se interpone fatalmente entre ambas protagonistas alcanza su grado álgido en este brillante final donde se mezcla el drama con ese giro de complicidad cercano a la comedia y que lo encuentro muy bien logrado.
Un abrazo y espero que todo siga bien en tu entorno. Cuídate.
Hola, Estrella.
EliminarGracias por tu reseña de mi relato. La verdad es que con estas tres palabras era muy fácil acordarse de las madres que nos hacían amar el hogar y que un día ya no se acuerdan de nada aunque hay olores y sabores que les devuelve esa poca memoria. El olor de la canela será siempre para mi algo muy especial.
Un abrazo y también espero que tu seres queridos esten bien en este encierro que va a servirnos para ahondar en nuestros recuerdos más que nunca.
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