AMIGAS HERMANAS


Dicen que cuando te haces mayor, recuerdas con  intensidad la infancia y la juventud. Y me voy dando cuenta de que es cierto.

En estos largos días que van durando unos cuantos años, en que la disociación y la esquizofrenia me despiertan por las noches para recordarme que sí, que estoy loca y que de vez en cuando me premian con algunos momentos de cordura. Y esos momentos los dedico a pensar en los mejores días de mi vida. 

No sé como llegó hasta mí. Vale, sí, éramos familia y es fácil. Pero tengo más de una decena de primas y ninguna de ellas se acercó a aquella niña que se pasaba el día encerrada en la habitación y tenía muy pocas amigas. ¿Por qué me eligió? Tal vez necesitaba una hermana pequeña y yo necesitaba una hermana mayor, y eso que las dos ya teníamos ese cupo cubierto.

Lo cierto es que con ella aprendí miles de cosas, de música, de literatura, de chicos, de fantasía, de películas, series, libros, cantautores... Pero nada de ello fue tan emocionante como el aprender de ella a escribir historias donde yo podía ser alguien. Echo mucho de menos escribir con ella, porque era lo que hacíamos. Empezábamos una historia y a cada una le tocaba una semana escribir. Y siendo tan diferentes no entendíamos a la perfección. Nunca nos corregimos porque lo que ella escribía era precisamente lo que yo quería expresar. Y nos lo tomábamos muy en serio y con disciplina, donde no llegaba una, llegaba la otra. Y puedo asegurar que surgieron verdaderas maravillas. Pero duró pocos años

Nos hicimos mayores, nos casamos, tuvimos hijos, los criamos y nos hicimos más mayores. Dejamos que otras personas intervinieran en nuestra relación y nos alejamos. Puedo asegurar que nunca dejé de pensar en lo especial que era para mí y cómo llegó en el momento adecuado en que podría haberme convertido en otra cosa, en algo horrible y fuera de lugar.  En cierta manera fue mi salvavidas en aquellos horribles años.

Es por eso que ahora, que la vida pesa tanto, que la echo tanto de menos. 




 

8 comentarios:

  1. Una preciosa entrada ,estoy convencida que ella pensara en ti de igual modo . Hay una solución y es llamarse y comenzar ese retorno que una vez se dejo por circunstancias. Es muy lindo tener una amistad que sea como tu otra yo. Un abrazo y cuídate mucho.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, estamos en contacto pero yo quería sescribir aquello que sentía dentro de mí cuando ella venia a casa los fines ddçe semanana. De golpe olvidaba todo lo malo y nis papsábamos horas hablando y hablando de todo. Nunca mis hermanas llegaron a ser tan amables y queridas.

      Eliminar
  2. Es una maravilla de exposición de una amistad que acabó acabando por causas externas.

    Por la amistad, la de verdad. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. No acabó nunca, hemos tenido parones no deseados pero algo así no puede desaparecer. Las causas externas si que han desaparecido, al menos en mi caso. Y me refiero a mis hermanas que eran y son como las hermanastras de Cenicienta, unas brujas decididas que si ellas ni tenían algo, nadie más podía tenerlo. Por suerte ya no tengo que verlas en toda mi vida.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Está muy bonita que entrada, me encantó. Gracias por compartirla :)

    ResponderEliminar
  5. Las amistades verdaderas no caducan. Son para siempre, más que una hermana si ésta vive lejos

    Un abrarzo

    ResponderEliminar
  6. Lo mejor es tener hermanas, yo tengo tres y seguimos conn la complicidad de siempre. Por supuesto, con tres hermanas, no necesito más amigas.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tengo tres hermanas, como tú. Yo soy la pequeña y puedo decirte quen inguna de ellas se ha preocupado por mí nunca, a la mayor la obligaban a cuidarme cuando yo nací y ella tenía 12 años. Las demás han ido siempre a su aire. Sin embargo, tengo amigas del colegio con las que todavía puedo charlar y pasar un buen día. También se han preocupado por mí y yo por ellas. Sin duda.

      Eliminar

BLOGS A LOS QUE SIGO